No soy la primera, ni tampoco la única, que identifica a los artistas (sobre todo los que pertenecen al panorama musical) con unos personajes excéntricos y caprichosos, demasiado propensos a lo comercial y que hace tiempo que cambiaron el arte por un puñado de billetes. Son numerosas las celebridades que destacan únicamente por sus atípicas exigencias en los hoteles, en el backstage tras un concierto e incluso en sus coches y limusinas.
Con esta idea tan preconcebida comencé a leer la entrevista que Rosa Montero le hizo a Prince unos cuantos años atrás. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que detrás del ídolo, del fenómeno de masas que ha logrado llegar a cientos de miles de personas con su música, hay un hombre de carne y hueso que posee una inteligencia brillante.
No obstante, no es eso lo que más me ha llamado la atención de esta entrevista. Hay una parte muy interesante en la que Rosa Montero consigue unas declaraciones de Prince que habla acerca de las palabras y el lenguaje. Parece que Prince ha logrado alcanzar otra dimensión en la que es capaz de expresar lo que siente sin que un solo sonido salga de su boca.
Parece casi una aberración eso de “desterrar” el lenguaje verbal, pero para Prince es posible. Como también lo es el dejar (un poco) de lado los intereses económicos. Quién nos iba a decir a nosotros, tan acostumbrados como estamos a competir por un puñado de monedas y a hablar más de la cuenta, que uno de aquellos que puede tenerlo todo no lo necesita. Porque esa es la idea: no lo necesita, y nosotros tampoco.
Sí, lo sé, que alguien que quiera dedicarse al periodismo esté dudando ahora de la utilidad de las palabras y de la necesidad de su uso parece cosa de locos, pero es que la entrevista en cuestión me ha dado que pensar. He reflexionado mucho y me he dado cuenta de todas las frases que digo de más, que escribo de más. Vocablos que únicamente utilizo para rellenar huecos vacíos que parecen no tener sentido, pero que muchas veces significan más que las propias palabras.
Curiosa sin duda esta conversación. Quizá la extravagancia de algunos artistas encierre más cordura que la de toda una masa que sigue las leyes establecidas. Quizá la excentricidad (siempre con moderación, por supuesto) haya dejado de ser un defecto para convertirse en un lujo al alcance de unos pocos privilegiados.
Pero yo ya me callo. Y quien quiera (y pueda) que reflexione.
Por cierto, la nota del trabajo es un 10 como una casa. No me gusta vanagloriarme de mis éxitos, pero reconozco que el esfuerzo con el que la escribí ha tenido su recompensa :)
2 comentarios:
ejejje no esperes comentarios, por que ciertamente es de 10, no se podría añadir nada más, ni mejor! Tendrás que postear otra vez!
plas plas plas
Solo queda aplaudir y rendirse ante una redaccion de 10 =)
¿Por qué no reconocer lo bien hecho?
Feliz año nuevo y que este que viene solo deje hueco para escritos felices y, como este, dejen la boca abierta =)
Un bsico!!
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