domingo, 31 de octubre de 2010

Una pequeña reflexión

Aquí os dejo una de las aportaciones que he hecho al foro de la asignatura de Documentación Informativa. La actividad consistía en leer un texto de José Luis Dader y hacer una pequeña reflexión. El texto se titula La débil identidad el periodismo en la hipermodernidad, y podéis encontrarlo en el número 128 de Nueva Revista (páginas 71-89). Espero que os resulte interesante.

Buenas tardes a todos y a todas. Como ya sabéis, el periodismo digital está a la orden del día. Son numerosas las noticias que recibimos mediante la consulta de una web en concreto, y la información a la que accedemos está correctamente relacionada mediante los famosos hipervínculos de los que Ramón Salaverría nos habló en las conferencias de la II Jornada de Periodismo y Literatura, celebradas en la universidad el pasado mes de mayo. En este post me gustaría centrarme en una parte en concreto del texto de Jose Luís Dader, titulada “Desencanto profesional y necesidad de una teoría intelectual del periodismo”.

En este apartado el autor hace referencia a uno de los errores más comunes en el periodismo actual: los periodistas de hoy en día ya no salen a buscar sus noticias. Según afirma Dader “(…) muchos son incapaces de entender que es posible hacer una información sin que exista un comunicado previo del emisor interesado de turno.” [Dader, 2010, p. 82]. Haciendo una pequeña reflexión que aúne además el mundo digital, he llegado a la conclusión de que el principal problema es que los periodistas, o los estudiantes de periodismo, nos hemos acomodado demasiado. Como ya comentaba al principio, es muy sencillo obtener fuentes, datos e información de primera mano buscando un par de palabras concretas en una Web, y es por esto por lo que ya no se “lleva” el periodismo de investigación. Hay poca gente con ideas nuevas, y como en la actualidad todo se comparte, parece que no merece la pena hacer el esfuerzo por elaborar un periodismo diferente.

Siguiendo las inducciones planteadas por Dader, es posible que el origen del periodismo ciudadano se centre en este grave problema de iniciativa. La sociedad, descontenta con la labor periodística que tanto se aleja del idolatrado concepto del “cuarto poder”, ha decidido crear sus propios medios de información valiéndose de páginas web que permiten la difusión de noticias. Uno de los españoles más visionarios en este sentido es Óscar Espiritusanto, creador de PeriodismoCiudadano.com. Según afirma, su proyecto “es un observatorio alrededor de todo lo que ocurre en el periodismo ciudadano” que pretende “colaborar con la difusión de este fenómeno, así como la formación y la puesta en marcha de nuevas iniciativas” [página web de PeriodismoCiudadano http://bit.ly/msfTX ]. Esta forma de entender el periodismo ha tenido un gran éxito. Es un fenómeno tan extendido que incluso YouTube ha creado un canal en su web que permite a los usuarios subir sus propios vídeos a la página para compartir noticias y su visión de las mismas.

Ésta parece una visión demasiado superficial del periodismo que se está realizando hoy en día. Si toda la información proviniera de periodistas ciudadanos, ¿qué sentido tendría estar estudiando esta carrera? Tal y como afirma Dader, “el periodismo hecho por cualquier aficionado dotado de blog y enlace a Twitter no aportará el servicio público de información completa, eficaz y transparente que los ciudadanos necesitamos” [Dader, 2010, p.84]. Efectivamente, ésa es nuestra misión. Como futuros periodistas, debemos buscar siempre un equilibrio entre los datos y las opiniones. Como ciudadanos, somos libres de opinar y manifestar nuestras ideas en cada uno de nuestros textos. Es nuestra labor personal el ser capaces de determinar cuál de estas actitudes debemos tomar a la hora de difundir la información teniendo en cuenta el contexto en el que nos encontremos.

A pesar de que José Luis Dader catalogue al periodismo ciudadano como una “falacia” [Dader, 2010, p. 86], yo considero que puede ser una herramienta, al igual que las páginas web. Hoy en día muchos periódicos han abierto foros para que sus lectores opinen acerca de las noticias que se van publicando, y no es la primera vez que en uno de estos comentarios se ha encontrado el dato necesario para profundizar un poco más en las investigaciones que lleva a cabo el periodista. “La identidad profesional del periodismo es lo que está realmente en crisis” [Dader, 2010, 87]. Yo creo que lo que realmente está en crisis es el propio periodista. La labor no ha cambiado, simplemente hay nuevos medios de difusión. Quizá debamos dejar de revisar teorías periodísticas y centrarnos en la forma en la que hacemos nuestro trabajo. Un poco más de profesionalidad entre todo este barullo de voces y opiniones no estaría de más. ¿Alguien está conmigo?

Referencias:

  • Blog de Ramón Salaverría: http://bit.ly/NlGqz . En la entrada correspondiente al día 24 de mayo de 2010 podréis descargar un texto que escribió para una ponencia y que resulta muy interesante e instructivo. El título es “¿Ciberperiodismo sin periodistas? Diez ideas para la regeneración de los profesionales de los medios digitales”, y las últimas páginas me han inspirado a la hora de elaborar este post.

  • Periodismo Ciudadano: http://bit.ly/cR3iQh . Una de las webs de periodismo ciudadano más importantes de España y Latinoamérica.

  • Conferencia de Óscar Espiritusanto en un congreso sobre periodismo en la Universidad Católica de Murcia (UCAM): http://bit.ly/dn1hwn . Os recomiendo que veáis los vídeos, son realmente interesantes.

  • Wikipedia: discusión y correcciones sobre la entrada de Periodismo Ciudadano. http://bit.ly/974cwK . Leed los apuntes que hace el usuario JimPi, estoy convencida de que os sentiréis identificados en algunas de sus líneas.

  • Noticia: Google dona 3,6 millones de € para la investigación del periodismo digital. http://bit.ly/d5El7L

miércoles, 13 de octubre de 2010

Pido disculpas.

Otra vez. Vuelves a colgar. Me quedo mirando el teléfono con cara de estúpida y lo único que se me ocurre es pulsar el botón de rellamada. Y vuelves a colgar. Y si insisto, lo apagas. Ha pasado mucho tiempo ya entre llamada y llamada, y después de cuatro gritos y muchas lágrimas, me he decidido. Aquí termina todo.

Esta no era, de ninguna manera, la entrada con la que pensaba abrir una nueva etapa en este blog. Las circunstancias, tarde o temprano, terminan por hacerse un hueco entre los planes, y no queda más remedio que afrontar la situación y tomar medidas. Ahora mismo no tengo ganas de explicar el motivo de tan larga ausencia, ni de deshacerme en descripciones de lo maravilloso que ha sido mi verano.

Mi verano ha sido un asco. No he hecho nada de lo que me habría gustado hacer. Lo único a lo que he aspirado es a participar en reuniones interminables de "amigos" fracasados que pierden su tiempo entre tabaco y videojuegos. Y yo contenta por poder estar con la persona que creí adecuada, compartiendo sus aficiones y sus gustos... Qué ingenua soy, sacrificando mis propios deseos por alguien que no sabe dar ni las gracias.

Sé que este post suena a despecho, a rabia, a ira. Y sí, habéis acertado. He dejado que pasen por encima de mí mil y una veces, rogando por que fuera la última. Me siento estúpida. Yo, que tan fuerte me creía, que tantas veces he aconsejado a mis amigas sobre lo que deben y no deben hacer con sus vidas... Me está bien empleado, por gilipollas. No pretendo (ni quiero) que nadie se apiade de mí. Basta ya de "pobrecita" y demás lamentos.

Después de descargar mi furia contra el teclado, llega el momento que he estado temiendo durante estos últimos minutos. Aquí viene el arrepentimiento, con su manto de humillación y malos sentimientos que pretende obligarme a recapacitar y a arrastrarme una vez más. Creo que va a volver a conseguirlo, a no ser que saque fuerzas de donde no las hay y cierre la puerta definitivamente a este malestar continuo que me acompaña desde hace meses.

No sé qué voy a hacer. No tengo valor para apostar por mi fuerza de voluntad. Carezco de las agallas necesarias para plantarme ante el mundo y decirle lo que odio de él. Sé que estas líneas se quedarán en nada, y volverán a ser el reflejo de una rabieta de niña pequeña que no tiene lo que quiere.

Confío en que, tarde o temprano, llegue mi momento. Espero madurar de una vez y poner por delante lo que siento sin pensar en otra cosa. Ojalá sea capaz esta vez de no mirar atrás. Estoy confusa, y eso no es bueno. Ahí va otra señal inequívoca de que mi voluntad va a doblegarse en menos que canta un gallo.

Una lástima, sí, pero yo me lo he buscado.

Vuelvo a llamar. Insisto, me desespero pulsando números en el teléfono que consigan darme una respuesta... y no contesta nadie. Debería dejarlo, pero voy a volverlo a intentar.